20/5/09

Gene Bilbrew

Llego a las cuatro de la mañana de una cena de antiguos alumnos. La tecnología ha impedido siquiera un SMS y estás histérica. Sólo recuerdo haberte visto así otra vez, en la prehistoria del nuevo mundo que construimos juntos. En medio del reproche nocturno, me golpeas con los puños cerrados en la espalda varias veces, como si tal derecho te perteneciera. Me siento extraño, ajeno. Tu violencia, tu falta de control, me provocan inmensas ganas de abrazarte.

1 comentario:

Si deseas dejar un comentario, es bienvenido. Te anticipo, no obstante, que no contestaré por expreso deseo de la mujer a la que amo. Rara vez cuestiono lo que la hace feliz.