9/9/09

Hentai


Recuerdo que, siendo adolescente, cada vez que sentía el cosquilleo del deseo encontraba el modo de aliviarlo. Durante el verano de mis 16 años tuve una novia que, de vuelta a casa, amparada por la oscuridad de un callejón equidistante, me asaltaba siempre durante diez o veinte minutos. Aquellas sesiones de vestido frotamiento me provocaban un intenso dolor que apenas me permitía caminar erguido, pues era incapaz de resistir el roce del interior del muslo.
Comprendí que detrás de aquel dolor estaba la ausencia de consumación. Probé de todo: tocarme tres o cuatro veces antes de quedar o encontrar el modo de vaciarme en el baño, nada más llegar a casa. Nada funcionó. Abocado a aquel dolor isufrible, temía llegar al soportal. Por otro lado, me sentía incapaz de herirla con mi rechazo, pues no me sentía capaz de explicarle mis motivos. De modo que, antes de cumplir el segundo mes, todo terminó.
Nunca antes había sentido ese dolor y nunca jamás volví a padecerlo. Hoy, sin embargo, me ha acompañado todo el día una sensación en el abdomen que ha disparado, como la magdalena de Proust, aquella infancia sexual. Era idéntica a los primeros estertores camino a casa. He recordado, de pronto, detalles que había perdido, como la angustia por llegar para lograr la inmovilidad, para poder tumbarme en la cama. Caminaba con paso rápido, antes de que mis pasos comenzasen a volverse insoportables.
Privación.
En ese estado, al volver a casa me invitas a dormir juntos la siesta. Paseas tu pie y tu mano por la desnudez, circunvalando mi sexo, que toma altura y comienza a desprender hacia el ombligo una cascada de deseo. Cuando por fin lo tocas, lo haces con suma lentitud. Me doy cuenta de que nada es casual, de que cada uno de tus gestos estudia hasta donde tensar la cuerda de la privación.
En ese estado me dejas para tocarte, y reclamas que mi boca te atienda como lo haría tu segunda mano, llena de mis prólogos.
Te abres como una flor ante mi boca, que no distingue de pudores. Y tienes el orgasmo más intenso que te he visto en mucho tiempo, un orgasmo borracho de poder sobre mi.
Sólo entonces, permitirás que me vacíe.

1 comentario:

  1. Sublime...el dolor y el placer forman parte desde nuestra mas tierna infancia y es cuando logramos aprender a sacarles todo el partido que tienen, cuando sabemos aceptar que es algo con lo cual disfrutamos, es allí cuando nos sentimos COMPLETOS, un beso.me gusta leerte

    ResponderEliminar

Si deseas dejar un comentario, es bienvenido. Te anticipo, no obstante, que no contestaré por expreso deseo de la mujer a la que amo. Rara vez cuestiono lo que la hace feliz.