1/7/09

Vester

A la hora de la colada, pones a secar las medias que llevaste en nuestra boda. Con delicadeza extrema, prendes una pinza cuidando de que la madera no alcance la seda. Imito tu gesto con la otra. Su tacto me parece sucedáneo. A pesar de mi fetichismo evidente, soy inmune a los objetos que me prenden cuando tú no los habitas.

Las contemplo ondear al viento, cobrando vida sinuosa por un momento, imaginando que son tus piernas las que aportan contorno, ritmo y movimiento.

- Estoy preparando mi regalo de aniversario.- me dices.

Quedan en el tendedero, olvidadas y dormidas. Sé que pronto se interpondrán entre el tacto húmedo de mis labios y la piel besada. Y el roce de sus miles de fibras tensionadas contra tu piel, será distinto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si deseas dejar un comentario, es bienvenido. Te anticipo, no obstante, que no contestaré por expreso deseo de la mujer a la que amo. Rara vez cuestiono lo que la hace feliz.