21/7/09

Bishop

Domingo por la tarde. Me acaricias dulcemente el pecho. El diálogo de la tele escupe una frase abierta.
- Sólo los perros obedecen...
Entonces, llevas tu mano hasta mi sexo.
- Eso no es verdad, también los mariditos lindos obececen,- añades.
- Hoy estoy muy contenta. Me has hecho una comida riquísima...
En realidad, el día ha sido mucho más equitativo de lo que se desprende de tus palabras. Me has dejado dormir hasta muy tarde y luego me has permitido bajar a la piscina a leer filosofía alemana mientras tú ibas dando un paseo a hacer la compra. Sin embargo, todos y cada uno de mis pequeños placeres han sido consentidos.
Cuando, a media mañana te he preguntado si subíamos a hacer la comida, en presencia de vecinos te has permitido responder.
- Querrás decir que subes, yo me quedo aquí.
Después de darte un beso, al caminar hacia el portal, he escuchado nitidamente como una vecina te decía.
- Tía, lo tienes dominado.
Horas después, tumbados en nuestra cama, desgranas tu teoría mientras me tocas.
- Todas me envidian, pero no son conscientes de que, para tener un maridito así, hay que dedicar horas. Debo quererte mucho siempre y darte la cantidad justa de satisfacción...

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