Abriste, a golpe de palabra, las heridas más profundas. Los ecos del dolor ciego que sobrevine a la pérdida volvieron de repente. Recordé de pronto cuanto sufrimiento indeseado puedo llegar a padecer.
Hasta hoy, caminé sobre las rosas. Te encontré sumergida en tu propio infierno. Darme a ti, regalarme generosamente, fue maravilloso. Encontré a alguien digno de ser amado. De algún modo pensaba que construíamos un castillo inexpugnable. Hoy no estoy tan seguro.
Ha pasado ya una semana desde que esas palabras tuyas me atravesaron como cuchillos. El miedo al abandono, al rechazo me acompañan desde entonces. Tus lágrimas, tu arrepentimiento, tu tristeza, tu culpa, actúan como un bálsamo narcótico, pero un mar de fondo de profunda tristeza y pesimismo vital se apodera de mi. Anhelo la visión de ti como el ser al que confiarle cada uno de mis gestos. Creo que nunca volverá a ser tan plena, tan pura.
Esposada en Ahora me ves
Hace 10 años
La duda, si es de un lado, se puede superar, si es de dos... quien la superará?
ResponderEliminarUn abrazo a ambos desde la distancia.
Ladonainvisible