17/4/09

Stig

Los hechos confirman el lento pero inexorable avance hacia el territorio inexplorado. La normalización del escalón que nos separa va poblado los rincones de nuestra vida. Hoy has vuelto a ponerte falda. Nada soez que provoque ese gesto común de los hombres, que vuelven la mirada en una acera. Tus maneras son siempre discretas, medidas, elegantes...
El hecho de que la falda te cubra las rodillas no significa, sin embargo, nada. Los códigos del fetichismo son otros. La mera visión de tus piernas ensedadas dispara el deseo, que anticipa su tacto enrejado durante la media hora que pasaremos en el tren, sentados el uno frente al otro.
Hoy, sin embargo, tu tono nuevo, firme, distinto, me ha prohibido que te toque.
- Puedes decirme que estoy linda, incluso sexi, pero no puedes sobarme en público. Te lo prohíbo.

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