Dentro de un mes tengo un viaje a Bilbao en el que, posiblemente, tenga que hacer noche lejos de tí. Fantaseo con la idea recurrente de aliviar tu disgusto regalándote un dispositivo de castidad con el que puedas encerrarme durante el viaje. Sin duda, desesperaría en la oscura noche de hotel y acudiría como un cordero a tus brazos, para ser liberado. Y, sin embargo, se perdería lo más sutil e incomprensible de este modo de amarnos: la libertad permanente. Porque mi esclavitud no es el fruto de una decisión que pertenece al pasado sino la elección que subyace detrás de cada uno de mis gestos y renuncias.
Esposada en Ahora me ves
Hace 10 años
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Best REgards
Leo sin poder parar, leo tus post, los motivos, las ilusiones, algunos desencuentros. Una verdadera maravilla.
ResponderEliminarUn beso