Mi vista te busca cada mañana en ese momento fugaz en el que te pones medias y braguitas, al salir de la ducha. Lo sabes, lo consientes, lo alargas. A veces, incluso, extiendes el pie o señalas un pedazo desnudo de tu piel y exiges un beso. Acariciada por mi deseo invisible, sales al mundo victoriosa.
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Si deseas dejar un comentario, es bienvenido. Te anticipo, no obstante, que no contestaré por expreso deseo de la mujer a la que amo. Rara vez cuestiono lo que la hace feliz.