20/2/09

German

Así son muchas tardes de sábado. Con una palabra, liberas las cadenas invisibles y permites que mi mano sacie mi apetito de ti en tu presencia. Creo que, desde que estamos casados, sólo me en tocado con nocturnidad y alevosía un par de veces. Pese a tener tu permiso si a las dos no he logrado dormirme, por la mañana, he sentido el impulso irrefrenable de someter mi falta a tu comprensión. Aún recuerdo el día de la prohibición, aquel en el que me arreaste un azote inusualmente duro con tu palma abierta mientras me afeitaba.
- Qué sea la última vez que te tocas en la ducha.
Sonreí, sin saber muy bien que decir. No protesté. Y el onanismo se trasformó en sexo y tributo.

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