19/2/09

Olga Levchenko

Todas tus braguitas son así de lindas. Incitan a colmar de besos la carne que cubren. En ocasiones te gusta tumbarte sobre la cama y ofrecérmelas. Después de unos minutos comienzo a sentir tus dedos serpenteando bajo la tela. Quien sabe en qué piensas en esos largos silencios. Creo es entonces, en tu cabeza, cuando recibo los latigazos más fuertes.

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Si deseas dejar un comentario, es bienvenido. Te anticipo, no obstante, que no contestaré por expreso deseo de la mujer a la que amo. Rara vez cuestiono lo que la hace feliz.