
Nunca antes de tí había alcanzado estos estados febriles de excitación sexual. Llevo mucho tiempo tratando de explicarme a mi mismo como es que logras despertarlos por caminos tan extraños. Creo que, en mi caso, todo gira en torno al vértigo indescriptible que acompaña a la ausencia completa de control. Es ese vértigo, que sólo en tí encuentro, lo que busco desesperado.
Quien sabe qué juegos me esperan a lo largo de los años de matrimonio que aún tenemos por delante. Cada ama, supongo, elige sus gestos y liturgias. Gestos y liturgias... Su mera evocación verbal por tu parte dispara en mi cabeza gatillos cercanos a la jauría de Paulov. De vez en cuando, introduces elementos nuevos sin previo aviso. Y vivo deseando un trago más de ese coctel medido: cuatro partes de repetición por una de innovación.
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Si deseas dejar un comentario, es bienvenido. Te anticipo, no obstante, que no contestaré por expreso deseo de la mujer a la que amo. Rara vez cuestiono lo que la hace feliz.