Yo soy agua finita y tú sed infinita. Siento tu debate interior, entre la mesura del deber ser y la ausencia de límites externos a tus deseos. Tú eres tu única brida.
Desde aquel día de agosto en que me dejé llevar y mi lengua se enzarzó en un lugar prohibido, exiges siempre mis besos más oscuros para alcanzar el orgasmo más profundo.
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Si deseas dejar un comentario, es bienvenido. Te anticipo, no obstante, que no contestaré por expreso deseo de la mujer a la que amo. Rara vez cuestiono lo que la hace feliz.