4/4/09

Saturno Butto

Leo en El Mundo acerca de un documental que recoge experiencias de madres que han sentido placer durante el parto. El eje central son las imágenes de la experiencia de Amber Hartnell, que experimentó profundos orgasmos durante las tres cuartas partes de su parto de 12 horas. Me golpea la frase final del artículo: “Por tanto, el debate es sobre si lo que han experimentado esas mujeres ha sido un verdadero clímax sexual o, simplemente, lo que han sentido no ha sido sino una especie de respuesta sadomasoquista, confundiendo el dolor intenso con el placer”.
Es posible que haya algo de cierto en tal afirmación. Acaso la mente sea capaz de transformar las sensaciones cuando desaparece el rechazo. Acaso la clave esté en las únicas palabras de la propia Hartnell que reproduce el artículo: “Desde luego, fue el placer más extraordinario y avasallador que haya podido experimentar en mi vida. Fue algo así como si una suerte de flujo energético hubiera recorrido todo mi interior [...] Únicamente había leído un libro [sobre el tema], porque no quería llenarme la cabeza de información. Lo que quería, en realidad, no era otra cosa que abrirme al proceso”.
Me reconozco.

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