14/4/09

Gene Bilbrew

Al descubrir la fusta inerte sobre la silla, lejos de su cajón oscuro, se ha disparado mi líbido. No hablamos de ello. Media hora después, mientras me concentro en masajear tus pies, la tomas.
- Hoy has sido muy bueno y vas a tener un premio por ello. El premio es que te dedique mi atención.- explicas. Mezclarás los azotes con las caricias entre mis nalgas.Afortunadamente, después me dejarás tocarme. Entre mis fantasías de sumisión no cabe mayor crueldad que tener que dormir ocho horas después de sentir tus atenciones. Desactivar el deseo se me antoja una tortura desesperante.

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