18/1/09

German

La escena es muy nosotros. El gesto de ella, acariciándole complacida, la mano de él, prisionera del fetichismo, buscando las costuras en las que la piel se hace seda, el contraste del cojín y la carne erecta disciplinadamente desatendida...
Los trazos de este artista, cuyo nombre se ha perdido en la américa de los años cuarenta, son muy cercanos. Retrata siempre damas estilizadas y elegantes en una madura juventud. Los hombres, sin embargo, son casi niños o niños casi hombres que sucumben sin violencia ante la belleza. Todas sus imagenes retratan una dulce sumisión indolora en las que se que mezcla el control del orgasmo masculino con una obsesión por el placer oral de ella y la humillación anal de él.
Esta me gusta especialmente por la cercanía a nuestro mundo. Yo he sido él, concentrado, tratando de descubrir el lugar preciso, el ritmo adecuado, la presión necesaria... Te confieso que me frustra sentir tu mano deslizarse apartando mi boca torpe. Quizás algún día la educación de mi lengua me permitirá elevarte siempre que lo reclames.

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