17/2/09

Montorgueil

La cesión absoluta de poder me acerca a este universo en el cual todos mis pensamientos acuden a tí, como los radios de una rueda a su centro. He renunciado al libre albedrío para venerarte mejor. Aquí, el deseo del hombre, expansivo por naturaleza, se contrae sobre si mismo. En el centro de la rueda, no es el orgasmo, sino tu mano quien manda.

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