
Si nuestro sexo fuese misionero, quizás, hubiese sido inevitable desear a cada una de ellas. Sin embargo, te deseé a ti en cada una de ellas. Imaginé que eras tus largas piernas las que danzaban para seducirme. A través de nuestro camino extraño, has trascendido tu carne para elevarte a mi cielo platónico. Todas las demás curvas encarnadas son un reflejo de ti.
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Si deseas dejar un comentario, es bienvenido. Te anticipo, no obstante, que no contestaré por expreso deseo de la mujer a la que amo. Rara vez cuestiono lo que la hace feliz.