
- Ahora soy una amazona.- me dices, mientras aceleras el ritmo de los golpes.
Instintivamente, me desboco buscando una salida a mi deseo. No te veo, pero el tono de tu voz entre los chasquidos suena complacido. A los pocos minutos tu mano me abandona. Tras unos segundos, consientes.
-Ahora sigue tú.- me ordenas, mientras me acaricias con la punta de la fusta. Y entonces, poco antes de derramarme, siento como los dedos de tu mano libre reptan en mi interior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si deseas dejar un comentario, es bienvenido. Te anticipo, no obstante, que no contestaré por expreso deseo de la mujer a la que amo. Rara vez cuestiono lo que la hace feliz.