1/2/09

Sardax

Ayer imaginaba nuestra vida intramuros dentro de diez años y te susurré al oído mi descripción de lo cotidiano. Mi ensoñación te llevó al orgasmo, aunque luego sonreíste ante algo que se te antoja inverosímil. Yo estoy seguro que ese futuro será. Me lo dicen tus orgasmos, que terminarán por exigir tales sacrificios. No eres, aún, consciente de que mi deseo hacia ti me encadena sin ambages a tus deseos hacia nosotros. Hoy doy gracias por haber marcando ciertos límites en el contrato inicial, con la esperanza de que tendrás que tener la fuerza de no rebasarlos incluso cuando la palabra no desaparezca.

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Si deseas dejar un comentario, es bienvenido. Te anticipo, no obstante, que no contestaré por expreso deseo de la mujer a la que amo. Rara vez cuestiono lo que la hace feliz.