12/7/09

Michael Mobius

Reencuentro. Te desnudas por completo y te tumbas en la cama, regalándome la visión de tu cuerpo bañado por la luz de la calle. Requieres el tacto de mis manos repletas de crema, para deshacer los nudos del viaje. Mis yemas te recorren imaginando que tocarte es, quizás, el preludio de los besos, las caricas, los azotes y los premios, pero me das las buenas noches y pones mi deseo a fuego lento.

Al día siguiente, después de comer, nos tumbamos de nuevo en la misma cama, con una película. Empiezo a verla contigo pero, poco a poco, voy adoptando posturas inverosímiles, buscando el máximo contacto con tu piel desnuda. Cuando, ya bocabajo, extiendo mi mano abirta bajo tu pie y comienzo a sentir tu presión consciente sobre mi carne, noto como la entrepierna comienza a hincharse. Este equilibrio sin palabras, en el que el mero gesto de tu talón sobre mi palma enciende mi deseo se prolonga durante casi una hora. Cuando por fin termina la película te levantas y te vistes con un picardías ajustado de licra negra y transparente para continuar con mi tortura.
- Vamos a revisar el blog.
Después de leer, comienzas a tocarte satisfechas y me ordenas que escriba en un cuaderno mientras, por primera vez, comienzas a tocar mi sexo con lentitud extrema...
Trazo estas líneas tratando de imaginar que vendrá después de dejar caer el lápiz.

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