28/7/09

German

En la rareza de lo que somos habita el mayor tesoro que resguardamos. Como los griegos, ambos conocemos la tragicomedia que nos aguarda. Encontrarnos ha sido el premio y el castigo. El uno, sin el otro, será un naúfrago en el océano. Nuestro mayor hallazgo, previo en ambos casos, es no jugar según las reglas de nadie. Nos reconocimos en el afán del otro por no afirmar ninguna etiqueta, ni siquiera mediante su desprecio. En ese Occidente que todo lo clasifica, parcela y regula, somos agua que todo lo preña.
Reto al estudioso a etiquetar nuestras prácticas de alcoba.

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