
No sé si deseo reeditar el contrato que nos une. Te fantaseo envuelta en seda, dueña de gestos lentos que aten mi deseo, pero el precio es excesivo: perderte, perderme. Mi rendición ha dejado sin pulso a la yema de tus dedos. La sumisión, la derrota, la paz, sólo han traído tu ausencia y, en última instancia, palabras de desprecio que no trazaré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si deseas dejar un comentario, es bienvenido. Te anticipo, no obstante, que no contestaré por expreso deseo de la mujer a la que amo. Rara vez cuestiono lo que la hace feliz.