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Hoy te dejo en el centro comercial y vuelvo a casa. Todo está manga por hombro. Recojo y preparo la comida mientras tú te dejas hacer en la peluquería. Por la mañana, al despertarnos, me has susurrado que en la siesta me dirás que soy tuyo de todas las formas posibles. De algún modo, es como si la siesta ya hubiese comenzado.
Y DE SEGURO YA COMENZO.
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