Imagen turbadora. Ella ataca con todos sus encajes, sedas y tacones. Su rostro dulce y firme exige el sacrificio. Él sostiene sus pantalones, a punto de desterrar sus últimas dudas y abandonarse.
Si deseas dejar un comentario, es bienvenido. Te anticipo, no obstante, que no contestaré por expreso deseo de la mujer a la que amo. Rara vez cuestiono lo que la hace feliz.
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