22/4/09

Laurent Lebeau

El marido, que ha renunciado a su derecho adquirido a cambio de ser mecido por el oleaje para siempre, siente como un regalo esos segundos en que su yema puede estar en húmedo contacto con la entrada de tu sexo. El marido que ha renunciado sabe que cada uno de sus orgasmos dependerá ya de tu cansancio, de tu benevolencia, de tu crueldad...

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