29/3/09

Sardax

Mi sumisión te encendió anoche como hacía tiempo que no te sentía. Creo que sucedió sin premeditación alguna. Tenías frío y te frotaste contra mi espalda desnuda. Tu mano comenzó a buscar mi trasero como caricia de una pluma ligera para, poco a poco, ir tomando posesión del terreno abierto y entregado. Creo que fue mi falta de resistencia lo que te excitó, la toma de conciencia repentina de que soy tuyo hasta los límites que tu mente imponga. Descansaste brevemente. La segunda vez, mientras acariciabas mi carne despierta contranatura, usaste mi propio dedo para penetrarte. Esa fue tu pequeña tortura, recordarme el epicentro que debiera desear y me es negado, recordarme lo lejos que estamos ya de cualquier convención. La tercera fue la más violenta. Te hablé al oído, susurrando mis esclavos pensamientos azuzados por tus actos, imaginando tus pensamientos de posesión. Quién sabe que imagen bullía en tu cabeza cuando gritaste de placer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si deseas dejar un comentario, es bienvenido. Te anticipo, no obstante, que no contestaré por expreso deseo de la mujer a la que amo. Rara vez cuestiono lo que la hace feliz.