18/3/09

Sardax

En el cajón de mi mesilla, escondido bajo unos papeles de los ojos distintos a los tuyos, duerme el collar que un día trajiste para mi cuello. Y, sin embargo, no deja de turbarme que otros ojos lo hayan visto. Os escapasteis de una comida familiar, las dos solas, y compartisteis confidencias ante el tendero.
- Podías comprarte un látigo.- me contarías luego que te dijo ella.
- Ya tengo uno, pero lo que sí me voy a llevar es un collar.
- ¡Qué suerte tienes! El mío no quiere ni oir hablar de jugar a estas cosas...
Me doy cuenta que el símbolo vela y desvela sus misterios. Este collar que llevo puesto simboliza una realidad preexistente y muy profunda. Me tranquiliza saber que ella sólo vio juego, disfraz y pimienta...

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