6/3/09

Laurent Lebeau

La bota acaricia y tortura el sexo al mismo tiempo. La postura de sus manos indica que le ha sido prohibido no sólo tocarse, sino tocarla. La privación sensorial forma parte del juego. Sus ojos cerrados me hablan de un estado mental de absoluto abandono que conozco. En ese momento se deja llevar como un barco a la deriva. No se resiste al dedo de ella, felación que anticipa, o no, otros tormentos que él ni desea ni rechaza.

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