Renunciar a tomarte cuando lo deseo para desear tomarte siempre. Vivir así me acerca más a la virtud que al vicio. Si el amor cortés sublimó el amor carnal, virtud es venerarte igual que un caballero a su dama, lejana e intocable. Si el amor cristiano sublimó al amor cortés, virtud es amarte consciente de tus taras y defectos, que te humanizan a mis ojos. Vasallo virtuoso y buena señora.
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Si deseas dejar un comentario, es bienvenido. Te anticipo, no obstante, que no contestaré por expreso deseo de la mujer a la que amo. Rara vez cuestiono lo que la hace feliz.